No hay mayor evidencia de la compatibilidad entre dos signos que aquella en que la afinidad que se muestran no puede explicarse con palabras. Como dos compuestos químicos que reaccionan al ser sometidos al contacto, ocurren en el interior de cada uno de los dos seres procesos que hacen emerger sus fuertes ataduras, que al aferrarse a los hilos que brotan del otro constituyen una amalgama tan en armonía que luego será difícil deshacer.
La ternura y el vigor
Lo que ocurre entre el vigoroso Leo, cuando entre sus festejos por los triunfos que ha obtenido o entre sus poderosas embestidas a los desafíos que tiene en frente, se topa con la tierna caricia que mana del núcleo esencial de la sensual mujer de Tauro. Se tiende, pues, el ambiente ideal en el que ninguno de los dos pasa sin penas ni glorias a los avivados sentidos del otro. Un primer encuentro llameante como el fuego interno de leo y transparente como el corazón de Tauro.
Se ejecuta una coreografía entre la hermosa mujer de Tauro y el viril Leo, una primavera de ensueños única e irrepetible. Ambos son en realidad personas diferentes, y son precisamente las aparentes discordancias que existen entre los dos las que entrelazan sus vidas en apasionado beso de amor. Quizá, como pareja, sus horizontes sean demasiado estrechos; quizá luego de un fugaz escarceo amoroso, sus caminos persigan un rumbo diferente a la del otro; pero quedarán para siempre los vestigios de la cumbre a la que una vez llegaron juntos.
¿Por qué pueden romper?
La culpa de un probable rompimiento no provendrá de ninguno, se originará en sus naturalezas basales. Si al principio de la relación, la mujer de Tauro se mostró difícil de conquistar, algo que a Leo le enardeció la sangre y se planteó como desafío el conseguirla; ahora, ella pide no ser sometida a la autoridad de él. Hay algo de terquedad en sus características, aunque muy diferentes, un apego a sus decisiones y un afán por perseguirlas.
Cuando la flor abre sus pétalos, nace con la esperanza de que con su pureza podrá filtrar las impurezas del mundo. Cuando nace una relación maravillosa como la de Tauro y Leo, surge con la esperanza de que su amor podrá imponerse a los retos que tenga en frente. La cadena se rompe por el eslabón más débil y éste podría ser la diferencia de gustos que hay entre ambos. Un intenso amor, vibrante y lleno de vitalidad lo merece; los diarios cuidados porque dicho eslabón no ceda a la presión, el deseo ininterrumpido de ambos por disfrutar y padecer juntos la aventura del vivir.
Con el tiempo la relación oscila entre el dinamismo de Leo y la sosegada tranquilidad de Tauro. Leo necesita quitarse el óxido encarando nuevas luchas, Tauro necesita una vida menos pública, más centrada en su intimidad con Leo, cosa que a éste le cuesta mucho realizar porque significa desdibujar su verdadera personalidad. Tauro aboga por ser constantes, por ser fieles al cauce que conducirá a los logros; Leo emprende pero abandona, goza disfrutar de la posición que sus propios logros le permiten, ganarse la admiración de los demás.